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sábado, 21 de diciembre de 2013

NUEVA EXPOSICIÓN




“LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. 300 AÑOS DE INCESANTE TRABAJO”.

            La Real Academia Española nace como una tertulia en la intimidad de la casa de don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, duque de Escalona y marqués de Villena, un hombre que representa el ideal tardío del “cortesano”: domina las lenguas antiguas y su literatura; está familiarizado con los escritores renacentistas y sus contemporáneos, y, simultáneamente, domina las armas y los entresijos del gobierno. La vida cultural española del momento está cambiando radicalmente con la llegada de la Casa de Austria y las costumbres se afrancesan.
El trabajo inicial de la Institución pretende emular a las academias de Italia, Francia y Portugal con la elaboración de un diccionario. Teníamos algunos precedentes como el Vocabulario Español-Latino (1495) de Antonio de Nebrija; cuya macroestructura circularía por toda Europa y durante mucho tiempo como fuente para diccionarios bilingües, trilingües y poliglotas.  Destaca por su temprana composición el diccionario monolingüe de don Sebastián de Covarrubias, el Tesoro de la lengua castellana o española (1611). Pero estos precedentes no estaban ya a la altura de lo que se había gestado en otros países.
Surge así la primera publicación de la RAE, el tan ansiado diccionario, llamado de autoridades;  porque recogía las voces “autorizadas”, avaladas y certificadas por los autores de la literatura áurea. Fueron suficientes trece años (1726-1739) para culminar tan ingente tarea en 6 volúmenes y demostrar, así, la seriedad, el tesón, el esfuerzo de los primeros académicos, preludio de lo que luego ha sido la larga trayectoria de sus trabajos: ortografías, gramáticas, diccionarios manuales, científicos…, ediciones literarias, discursos, pero, por encima de todo, la larga tradición normativa que la RAE ha imprimido en toda su labor.
Desde la primera tímida tertulia a hoy, desde los primeros ficheros manuales a los bancos de datos que recogen millones palabras (CREA, CORDE, CORPES); se han sucedido las publicaciones, los discursos, los nombramientos de académicos, las sesiones, los cambios de edificios… Tanto… que solo podemos arañar aquí la superficie de tres siglos de entusiasmo.
Esta exposición es un merecido homenaje a todos los académicos que han creído en nuestra lengua, la han ensalzado, defendido, conservado, difundido, investigado, adornado, a todos aquellos que han colaborado en los 300 años de incesante trabajo de la R.A.E. y su amor a la palabra, su amor al español.

Francisca Leiva

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