Azucena Carbajosa es una antigua alumna de este instituto que, después de estudiar en Salamanca, está acabando sus estudios de Bellas Artes en Cuenca. Este hecho supone mantener la continuidad de nuestra labor docente, acentuando, una vez más, el carácter específico de nuestro centro. Ahora que parece ser que se nos van a exigir especificidades para justificar nuestra tarea cotidiana y quién sabe si hasta nuestro puesto de trabajo, aquí tenemos una de las muy variadas que ofrece el Instituto Delicias.
Es destacable la propia temática de la muestra que tras su aspecto
minimalista y de arte povera esconde un auténtico alegato contra las políticas
comunitarias, nacionales y regionales que se vienen desarrollando contra
nuestros pueblos y contra la naturaleza humanizada que es la única naturaleza
posible.
Una exposición que, en sus imágenes, no oculta el desánimo que nos hacen
recordar aquellos versos de Quevedo:
… los muros de la patria mía, si un tiempo
fuertes, ya desmoronados,/ de la carrera de la edad cansados, (…) /Entré en mi
casa, ví que amancillada de anciana habitación era despojos; (…)/ y no hallé
cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte.
Pero no sólo de melancolía se trata. También hay un espíritu que no se
resigna, que considera que, de una u otra forma todavía es posible un cambio y
una esperanza.
Ya no serán los viejos aperos que suponían un alivio en las duras faenas
agrícolas; tendrán que ser otras políticas imaginativas que no se basen ni en
el despilfarro, ni en las subvenciones ni en los recortes, tendrá que ser una
actividad pública orientada a dar soluciones a los problemas de las personas y
no a los de las instituciones.
Y está bien que lo recordemos ahora, aquí, en las dependencias de un centro
público cuando se está orillando de forma sistemática ese concepto de lo
público que justifica hasta la misma acción de quienes se muestran totalmente
hostiles a ello.
El arte, compañeros, amigos, aunque sea en forma apresurada como si de un
panfleto se tratase, también sirve para esto.
Quiero animar a Azucena, a quien aún le queda un arduo camino en su empeño
titánico, a que persista en su ideal y que cuando lo haga, recuerde las
palabras de Luis López Álvarez recogidas en su Castilla: Canto de esperanza que
todos, cuando éramos jóvenes y todavía no nos habían arrancado de cuajo la
ilusión cantamos a voz en grito:
Quien sabe si las cigüeñas han de
volver por San Blas, / si las heladas de marzo los brotes se han de llevar. /Si
las llamas comuneras otra vez crepitarán, / cuanto más vieja es la yesca más
fácil se prenderá. / Cuanto más vieja la yesca y más duro el pedernal, /si los
pinares ardieron aún nos queda el encinar.
Muchas gracias por vuestra compañía.
Arturo Caballero Bastardo
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